lunes, 8 de noviembre de 2010

Genética

(1)La enfermedad de Huntington se transmite de forma autosómica dominante, característica que ha posibilitado un mejor conocimiento de sus causas y, principalmente, de sus alteraciones moleculares. En 1983 se localizó la región del genoma involucrada en la enfermedad es el cromosoma 4, específicamente en la región cromosómica 4p16.3 ; más adelante, en 1993, fue identificado el gen responsable de la enfermedad, el gen IT15, que se extiende en una región del ADN de aproximadamente 180 kb, contiene 67 exones y porta una amplificación génica producida por la repetición del trinucleótido CAG.

(2)El gen codifica para un mRNA de 10 kb que se traduce como una proteína de 350 kDa, la huntingtina , que se encuentra en todas las neuronas del cerebro y cuya función normal es desconocida . La mutación genética que provoca la enfermedad consiste justamente en la amplificación del trinucleótido CAG, en un segmento del ADN que es inestable y está localizado en el exon 1 del gen. La expansión del trinucleótido repetido (CAG)n origina la enfermedad de Huntington por su efecto sobre la expresión o estructura de la proteína codificada por el gen 1T15 .

El gen IT15, en los individuos normales, contiene entre 15 y 34 repeticiones de CAG, en cambio, el gen en los pacientes con enfermedad de Huntington contiene desde 35 hasta más de 66 repeticiones. Como el trinucleótido CAG codifica para glutamina, esto hace que se produzcan huntingtinas con una cadena anormalmente larga de glutaminas .

Cada hijo de un padre que presenta el trastorno tiene un 50% de posibilidad de heredar la enfermedad de Huntington.
Si usted hereda el gen de sus padres, desarrollará la enfermedad en algún momento de su vida y se la puede transmitir a su vez a sus hijos. Si usted no recibe el gen de sus padres, no se lo puede transmitir a sus hijos.
A medida que el gen se transmite de una generación a la siguiente, el número de repeticiones, llamado expansión de las repeticiones CAG, tiende a ser más grande. Cuanto mayor sea el número de repeticiones, mayor será la posibilidad de presentar síntomas a una edad más temprana. Por lo tanto, como la enfermedad se transmite de padres a hijos, se vuelve evidente a edades cada vez más tempranas.
Hay dos formas de la enfermedad de Huntington y la más común es la de aparición en la edad adulta. Las personas con esta forma de la enfermedad generalmente presentan síntomas a mediados de la tercera y cuarta década de sus vidas.
Una forma de la enfermedad de Huntington de aparición temprana representa un pequeño número de casos y se inicia en la niñez o en la adolescencia. Los síntomas se pueden parecer a los de la enfermedad de Parkinson con rigidez, movimientos lentos y temblor.
Tabla I: Diferencias entre la forma de inicio de la enfermedad de Huntington en edades juvenil y tardía.

 

Los síntomas generalmente no aparecen hasta la edad adulta, normalmente entre los 35 y 50 años, sin embargo, esto depende del número de copias de CAG presentes en el gen, pudiendo aparecer el trastorno en personas más jóvenes si el número de copias de CAG es alto; de esta manera, el número de repeticiones del trinucleótido CAG predice el riesgo de desarrollar la enfermedad (Tabla II).
Tabla II: Riesgo de desarrollar EH según el número de repeticiones de CAG


Del mismo modo, el número de copias de CAG puede determinar la gravedad de la enfermedad, ya que las personas con un bajo número de copias tienen movimientos anormales leves, mientras que las personas con un número elevado de copias están severamente afectadas .
La expresividad del gen está dada por la intensidad en la manifestación de la enfermedad; así, una expresividad alta se producirá en aquellos individuos que presentan un alto número de repeticiones CAG, y una expresividad baja se producirá en aquellos pacientes que tienen un bajo número de repeticiones.

(2)Gusella J, Wexler N, Conneally P. A polymorphic DNA marker genetically linked to Huntington's disease. Nature 1983; 306 (5490): 234-8. Disponible en:



(1)Purves D, Augustine G, Fitzpatrick D. Invitación a la Neurociencia. Editorial Médica Panamericana, cap. 17: pág. 364. Disponible en:
Publicado por: María Cabrera Utrera

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